Hay que ser especialmente cuidados con exponer a los bebés al sol, pues son más sensibles que los adultos y los problemas pueden ser más graves: deshidratación, quemaduras, irritaciones, etc. Además, hay que tener en cuenta que el efecto de la radiación ultravioleta sobre la piel tiene un carácter acumulativo, por lo que protegerlos del sol es una medida inapreciable para evitar que en el futuro puedan desarrollar un cáncer de piel.
Los médicos advierten de que nunca hay que exponer a bebés de menos de seis meses al sol, ni siquiera aplicándoles filtros solares de la más alta protección. Y en los que son un poco más mayores deben adoptarse una serie de recomendaciones importantes:
-Ir a la playa y la piscina a las horas menos calurosas del día: antes de las 12 de la mañana y después de las cinco de la tarde. Pero siempre debe aplicársele en la piel un filtro solar del máximo factor de protección, teniendo en cuenta que hay que ponérselo antes de salir de casa, cada vez que salga del agua y, si no se ha bañado, cada hora. Se recomienda, no obstante, utilizar una crema solar resistente al agua.
-La protección solar es preceptiva tanto en la playa como en el campo y la montaña.
-Los más pequeños deben permanecer en todo momento a la sombra, con una gorra que los proteja tanto del sol como del calor.
-A partir de los seis meses es muy conveniente protegerles también los ojos con gafas homologadas.
-La ropa debe ser ligera y preferiblemente de algodón, dado que absorbe bien el sudor. Cuando se está en la calle, la piel debe estar completamente cubierta.
-Los bebés tienen un mayor riesgo de deshidratación que los adultos, por lo que hay que darles de beber agua muy a menudo, siempre a pequeños sorbos.
-No hay que dejar nunca a un bebé en el coche con las ventanillas cerradas, pues puede sufrir un golpe de calor irreversible.
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