viernes, 30 de octubre de 2015

TRATAMIENTO DEL SÍNDROME DE LA ABSTINENCIA

Sólo en los casos necesarios se debe plantear un apoyo con terapias sustitutivas de la nicotina, con voluntad sin más hay un 8% de éxitos a la primera, sube al 10 % y hasta el 18% en la quinta intentona. Si se asocian parches de nicotina o chicles de nicotina estos éxitos pueden mejorar un 22%.
Indicaciones:
-Únicamente será necesaria en pacientes con alta dependencia física.
-Debe iniciarse el mismo día en que se deja de fumar, al levantarse, o bien en las horas previas.
-Se mantendrá diariamente, reduciendo periódicamente la dosis, sin superar los 3 meses de tratamiento.
-Existen varias formas de administración, siendo las más usadas: el parche cutáneo y el chicle o goma de mascar. La primera ofrece la seguridad de una liberación constante de la nicotina, y evita el aspecto antiestético de mascar chicle. El chicle se asemeja más a las fluctuaciones de concentración de nicotina en sangre que ocasiona el cigarrillo, aunque hay que tener en cuenta sus contraindicaciones y sus especiales condiciones de uso.
-En ocasiones es útil combinar ambos métodos en aquellos fumadores que a pesar de usar el parche, a lo largo del día experimentan episodios de deseo intenso de fumar, pudiéndose asociar entonces el chicle.
-La nicotina transdérmica se presenta en parches de 16 ó 24 horas de liberación continuada de la sustancia, y en tres tamaños diferentes de 10, 20 y 30 cm cuadrados de superficie, con una liberación de 5 ó 7, 10 ó 14 y 15 ó 21 mgr. de nicotina respectivamente, según se trate del parche de 16 ó 24 horas.
-No existe evidencia científica suficiente para optar por un tipo de parche o por otro. En todo caso parece lógico recomendar el parche de 24 horas en aquellos fumadores que ya experimentan deseo intenso de fumar al despertarse.
-El parche no debe usarse en zonas con pelo porque disminuye la absorción, ni en zonas recientemente afeitadas por el riesgo de aumentarla.
-El tratamiento con parches suele iniciarse con los de dosis más altas, siempre teniendo en cuenta el consumo previo de tabaco, para ir disminuyendo las dosis progresivamente, aproximadamente cada 3 ó 4 semanas, o incluso antes, según la evolución.
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