Uno de los grandes beneficios del hecho de correr o de andar deprisa que han demostrado diferentes estudios es el de que reduce las concentraciones de colesterol LDL (el llamado colesterol malo) en la sangre. Uno de ellos, realizado por la Universidad de Duke, del Reino Unido, señala que cuando se trata de personas que hacen poco ejercicio este descenso es independiente de la intensidad con que se realice.
En otras palabras, es lo mismo recorrer la misma distancia en media hora que en una, aunque si se ocupa el mismo tiempo en correr sin tener en cuenta la longitud del trayecto, cuando se hace más deprisa el beneficio es mayor. Además, la bajada de colesterol se produce incluso si no se pierde peso.
La razón de este beneficio se debe fundamentalmente a una cuestión del tamaño de las proteínas que transportan al colesterol por el torrente sanguíneo para nutrir los diferentes tejidos y cuya unión configura lo que se conoce como lipoproteínas. Se ha demostrado que cuanto más pequeñas y densas sean éstas mayor es el riesgo de sufrir las consecuencias de los altos niveles de colesterol en sangre y, al contrario, este riesgo se reduce cuando las proteínas sobre las que éste se desplaza por la sangre son grandes.
El estudio se ha realizado con personas sedentarias y obesas, divididas en tres grupos en función del tipo de ejercicio que realizaban: mucho y de alta intensidad, moderado de alta intensidad y bajo de intensidad moderada o baja. Y lo cierto es que todos ellos, independientemente de la cantidad de ejercicio y la intensidad con que se realiza redujeron sus niveles de colesterol en sangre.
Los resultados del estudio llevaron a los investigadores a una conclusión muy clara: incluso poco es mejor que nada. Pero a partir de aquí, cuanto más y más intenso mejor, aunque los que no suelen practicar ejercicio deben ir de menos a más de forma progresiva y en la medida en que adquieran una mayor resistencia física.
Tampoco es necesario forzar mucho, especialmente cuando se habla de los más mayores, que han llevado habitualmente una vida sedentaria, el consejo de los especialistas es caminar, preferiblemente un mínimo de 20-30 minutos diarios a paso rápido.
Pero, ¡ojo! No se puede olvidar que la causa de la hipercolesterolemia suele ser una dieta inadecuada, rica en grasas saturadas, por lo que si al ejercicio se suma una alimentación equilibrada las posibilidades de reducir el colesterol y con el el riesgo cardiovascular son aún mayores.
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