La alopecia de las mujeres se caracteriza por una pérdida de densidad capilar en las zonas más visibles del cuero cabelludo, como son la parte superior y delantera, que se debe tanto a la caída de cabello como a un adelgazamiento del mismo.
Sin embargo, la pérdida de cabello en la mujer es muy infrecuente que progrese hasta la calvicie total, como sí sucede en el hombre, sino que generalmente se inicia en el ensanchamiento de la parte frontal y el aclaramiento de la línea central superior para luego extenderse hacia los lados y la coronilla, pero siempre manteniendo una mínima densidad capilar. Es lo que se denomina calvicie de patrón femenino, cuyos efectos suelen ser permanentes.
Las causas de la alopecia femenina pueden ser muy variadas, destacando sobre las demás los desequilibrios hormonales que se producen tras la menopausia, con un descenso de los estrógenos y un aumento de la presencia de andrógenos (hormonas masculinas).
De hecho, el aclaramiento del cabello es un hecho muy frecuente entre las mujeres mayores de 60 años (o incluso antes, en la fase de premenopausia), en ocasiones acompañado de un aumento de la vellosidad facial y en otras zonas del cuerpo (hiperandrogenismo).
También se considera normal que se produzca una caída inusual del cabello después del parto, en tanto que el organismo recupera el equilibrio hormonal habitual (de seis a doce meses); o al abandonar el tratamiento anticonceptivo con hormonas femeninas, ya que estos estrógenos potencian la fase anágena (de crecimiento) del cabello.
La genética también cuenta en cuanto a la alopecia femenina se refiere, pues son más propensas a ella aquellas mujeres con antecedentes familiares, sean éstos masculinos o femeninos. No obstante, hay otros factores fisiológicos que pueden ocasionar la caída abundante del cabello.
Entre ellos, hay que señalar el mal funcionamiento de las glándulas tiroideas, tanto si se trata de hipertiroidismo como de hipotiroidismo, ya que inducen un aumento o descenso de la tiroxina y ello hace que el pelo se haga más fino y finalmente caiga. Asimismo, las mujeres con ovarios poliquísticos también pueden sufrir una pérdida anormal de cabello.
Finalmente de citarse también otros factores medioambientales que pueden originar el debilitamiento del cabello y su posterior caída:
-Estrés.
-Contaminación.
-Una mala alimentación.
-Fumar.
-Una higiene capilar deficiente.
-El uso frecuente de extensiones.
-La agresión continuada con determinados productos de peluquería.
No cabe duda de que el impacto psicológico de la alopecia es en la mujer mucho más importante que en el hombre, especialmente porque el cabello perdido no se suele recuperar. Y tampoco hay muchas opciones de tratamiento.
En la actualidad el único fármaco que parece tener algún efecto es el minoxidil, en una dilución del 2%. Aplicando regularmente este producto sobre el cuero cabelludo se puede lograr evitar que se siga cayendo el pelo, pero únicamente en una de cada cinco mujeres que lo utilizan se obtiene una mínima recuperación de densidad capilar. El problema es que si se deja de usar el pelo vuelve a caerse.
Cuando el problema es de índole hormonal, el uso de terapia hormonal de sustitución en la menopausia o de la píldora anticonceptiva en otras situaciones puede permitir evitar la progresión de la alopecia.
También hay otros productos (espironolactona, cimetidina, ketoconazol, etc.) que se suelen utilizar cuando estos tratamientos fallan, pero su efectividad es muy discutida.
Otra opción de tratamiento es el implante autólogo de cabello, aunque éste sólo debe realizarse cuando se tiene la seguridad de que el pelo implantado no se va a caer. Además existe un problema añadido y es que la alopecia femenina se caracteriza por un aclaramiento general del pelo, por lo que resulta complicado obtener unidades foliculares adecuadas para el trasplante (muchas de ellas no prosperan).
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