En la actualidad cualquier tatuaje es susceptible de ser borrado mediante el uso de la luz pulsante de un láser denominado Q-swtched, que se aplica sobre las partículas de tinta durante apenas un nanosegundo, sin que ello produzca quemaduras en la piel. Esta técnica se basa en la fragmentación de las partículas de tunta que configuran el tatuaje en otras mucho más pequeñas que se dispersan en la epidermis y son eliminadas posterior y gradualmente a través del sistema linfático.
Es una técnica eficaz y prácticamente indolora, aunque su éxito está condicionado por diferentes factores:
-Quién ha realizado el tatuaje: profesional o aficionado.
-Cuál ha sido la técnica utilizada, ya que de ello depende la profundidad de la piel a la que se encuentra la tinta.
-La calidad y los componentes de la tinta utilizada.
-Los colores del tatuaje. El más fácil de eliminar es el negro, y los más complicados el verde, el amarillo, el rojo y el blanco.
-Hace cuánto tiempo que se ha realizado el tatuaje.
-La superficie que ocupa.
Todos estos condicionantes determinan la dificultad o laboriosidad para su eliminación, pero en general puede decirse que el resultado es bueno y que no queda cicatrices, siempre que se sigan las recomendaciones que el especialista que realiza el tratamiento de eliminación.
Además es una técnica prácticamente indolora, que se puede realizar utilizando una crema anestésica, aunque la sensación del pulso de energía del láser equivale a un ligero latigazo similar al que se produce al soltar sobre la piel un elástico en extensión. También se aplica frío durante el procedimiento, lo que reduce las molestias.
Lo que si hay que tener en cuenta es que el proceso es largo, especialmente si el tatuaje es grande. Para uno que tiene una superficie de 100 centímetros cuadrados pueden hacer falta entre cinco y ocho sesiones de 15-20 minutos cada una, pero entre una y otra deben haber trascurrido de cinco a seis semanas, lo que en el mejor de los casos supone que el proceso completo tarda en realizarse algo más de seis meses.
El sistema es seguro y no deja cicatrices, siempre y cuando después de cada sesión se sigan las recomendaciones del especialista:
-Utilizar una pomada antiséptica y antiinflamatoria durante siete a diez días.
-Evitar la exposición al sudor durante dos semanas y, por tanto también a cualquier fuente de calor, el sol incluido.
-No utilizar piscinas, saunas o duchas públicas durante un tiempo prudencial para prevenir posibles infecciones.