considerablemente, convirtiéndose en muchas ocasiones el bronceado en el único objetivo para viajar. Hay creencias equivocadas y muy comunes sobre los riesgos de este ‘deporte’ de verano, que no requiere de otra prevención más que la de aplicar protección solar sobre la piel cuantas veces sea necesario:
1.- Con aplicar protección solar una vez al día es suficiente: Cada grado de SPF se refiere a la cantidad de tiempo que la piel está protegida del sol. Es decir, se trata del tiempo que se retrasa la aparición de una quemadura por los rayos. Cuanto más SPF, más tarda en aparecer ese efecto ‘burn’. Si una persona suele quemarse en 15 minutos sin llevar protección solar, lo que hará al aplicarla será retrasar este proceso. Si es SPF 6, por ejemplo, se atrasará concretamente 15 minutos multiplicados por 6 veces.
2.- Las pieles morenas necesitan menos protección solar: Una piel pálida se quema antes que una morena, eso es cierto. Sin embargo, que no aparezca una quemadura en una piel por ser más morena, no significa que el sol no esté ejerciendo sobre ella el mismo efecto que sobre una más clara. Los rayos UVA y UVB penetran igualmente en la piel, afectando a nivel interno y celular de la misma manera. Es por ello que siempre hay que estar protegidos ante ellos
3.- Cuando ya se está bronceado, no es necesario proteger la piel de igual manera: Es muy común la creencia de que, al estar ya moreno, no es necesario el mismo grado de protección. Como se comenta anteriormente, la piel necesita protegerse de igual manera, porque el SPF no sólo defiende a nivel externo, sino también interno, previniendo de quemaduras, alteraciones celulares y la posible aparición de lunares, pecas, o melanomas.
4.- Las pastillas de Betacaroteno no protegen de los rayos solares: Las pastillas de Betacaroteno proporcionan vitaminas a la piel, haciendo que ésta asimile mejor los rayos del sol y se broncee más rápidamente. Sin embargo, no crean la película protectora que la piel necesita para que el sol la broncee sin llegar a dañarla. Es por eso que, aunque son beneficiosos, son por sí mismos un complemento, pero no una solución completa.
5.- En invierno o con días nublados, no hace falta protección solar: Aunque parezca que las nubes bloquean los rayos solares, a veces los reducen hasta en un 20% y otras los aumentan, ya que la humedad puede crear un efecto reflexión. En días nublados y fríos también es necesario acudir a productos con factor de protección solar. Además, en días fríos puede ser que los rayos UVA (responsables de la pigmentación inmediata) hayan disminuido, pero los UVB se mantienen, siendo los principales causantes de las quemaduras y los melanomas.
6.- Las quemaduras solares luego se convierten en piel bronceada: Nada más lejos de la realidad. Las quemaduras por falta de protección al exponerse al sol afectan a las capas superficiales de la piel haciendo que ésta se caiga a corto plazo, y afectando a nivel celular a largo plazo. Al quemarnos, nuestra piel se pela. Sin embargo, cuando se aplica un producto con SPF, aunque pueda parecer que una persona se está bronceando menos, lo que está pasando es que está adquiriendo color gradualmente sin quemar la piel, asegurando también así una mayor duración de esta pigmentación.