El metabolismo está considerado como un factor que determina la facilidad con la que una persona sube o baja de peso. Muchos piensan que tiene relación directa con la digestión, sin embargo, el metabolismo es un tema algo más complejo.
En primer lugar, porque en el conjugan una serie de reacciones bioquímicas que realizan las células para obtener la energía que requiere nuestro cuerpo. Y dichas reacciones tienen una influencia directa en ciertas funciones claves para el organismo: la asimilación de los alimentos, la circulación sanguínea y la respiración.
Este gran mecanismo condiciona una serie de importantes funciones, como el anabolismo (creación de nuevas células y tejidos) y el catabolismo (producción de energía a travez de la correcta absorción y transformación de los nutrientes). Ambos procesos se relacionan y uno depende del otro, y es por esa razón que los problemas aparecen cuando surge una disparidad. Cuando la actividad anabólica sobrepasa a la catabólica, el cuerpo tiende a aumentar de peso. Cuando la actividad catabólica es superior, es normal que perdamos algunos kilos, así como ocurre durante periodos de ayuno o enfermedad.
Lo que determina la cantidad de actividad metabólica, en primer lugar, son los genes (herencia familiar), que nos predisponen a disfunciones o a un comportamiento celular anormal.
Pero también existen otros factores a tomar en cuenta, cuando seguimos una dieta de control de peso, que intervienen en las reacciones bioquímicas, entre las que destacan: la condición física, la dieta diaria (una alimentación saludable, especialmente rica en proteinas), el género (los hombres tiene un gasto energético mayor y, consecuentemente, un metabolismo más activo y equilibrado), el clima (el frío estimula la acción metabólica para quemar más energía y producir calor).
El metabolismo se ralentiza con el paso de los años, lo que lógicamente resulta negativo para las personas; sus procesos ya no necesitan tanta energía y el organismo va almacenando calorías a manera de grasa y las consecuencias empiezan a notarse: sobrepeso, colesterol alto, hipertensión arterial, etc.
Lo más recomendable llegado este momento es cultivar algunos hábitos que favorezcan la actividad metabólica. La dieta balanceada y el ejercicio es una buena combinación para este propósito, así como también llevar una vida ordenada y no consumir tabaco ni alcohol, ya que favorecen la acumulación de grasa. También se deben realizar exámenes médicos para descartar afecciones relacionadas con el metabolismo o problemas de la glándula tiroides.
En primer lugar, porque en el conjugan una serie de reacciones bioquímicas que realizan las células para obtener la energía que requiere nuestro cuerpo. Y dichas reacciones tienen una influencia directa en ciertas funciones claves para el organismo: la asimilación de los alimentos, la circulación sanguínea y la respiración.
Este gran mecanismo condiciona una serie de importantes funciones, como el anabolismo (creación de nuevas células y tejidos) y el catabolismo (producción de energía a travez de la correcta absorción y transformación de los nutrientes). Ambos procesos se relacionan y uno depende del otro, y es por esa razón que los problemas aparecen cuando surge una disparidad. Cuando la actividad anabólica sobrepasa a la catabólica, el cuerpo tiende a aumentar de peso. Cuando la actividad catabólica es superior, es normal que perdamos algunos kilos, así como ocurre durante periodos de ayuno o enfermedad.
Lo que determina la cantidad de actividad metabólica, en primer lugar, son los genes (herencia familiar), que nos predisponen a disfunciones o a un comportamiento celular anormal.
Pero también existen otros factores a tomar en cuenta, cuando seguimos una dieta de control de peso, que intervienen en las reacciones bioquímicas, entre las que destacan: la condición física, la dieta diaria (una alimentación saludable, especialmente rica en proteinas), el género (los hombres tiene un gasto energético mayor y, consecuentemente, un metabolismo más activo y equilibrado), el clima (el frío estimula la acción metabólica para quemar más energía y producir calor).
El metabolismo se ralentiza con el paso de los años, lo que lógicamente resulta negativo para las personas; sus procesos ya no necesitan tanta energía y el organismo va almacenando calorías a manera de grasa y las consecuencias empiezan a notarse: sobrepeso, colesterol alto, hipertensión arterial, etc.
Lo más recomendable llegado este momento es cultivar algunos hábitos que favorezcan la actividad metabólica. La dieta balanceada y el ejercicio es una buena combinación para este propósito, así como también llevar una vida ordenada y no consumir tabaco ni alcohol, ya que favorecen la acumulación de grasa. También se deben realizar exámenes médicos para descartar afecciones relacionadas con el metabolismo o problemas de la glándula tiroides.
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