Los avances tecnológicos en medicina han permitido usar los ultrasonidos a baja frecuencia para la reducción de la adiposidad localizada, muchas veces conocida más por los populares nombres de cartucheras, michelines o papada.Esto también ha hecho que cada vez sean más populares nombres como el de la cavitación o ultracavitación. Las ondas ultrasónicas a baja frecuencia tienen varios efectos útiles para combatir los acúmulos grasos. Se produce lipólisis de los ácidos grasos de los adipocitos (células cargadas de grasa), debido a un fenómeno conocido como cavitación estable, y un aumento en la permeabilidad celular de los adipocitos. Se obtiene un aumento de la fluidez de los triglicéridos. Además, se produce una ruptura de las fibras a través de una acción mecánica (“jet stream”). Finalmente, parte del contenido de los adipocitos es metabolizado por el hígado y eliminado por vía urinaria, por lo que siempre se recomienda beber agua en abundancia tanto el día del tratamiento como los días posteriores.Estos tratamientos se aplican en zonas corporales pequeñas y localizadas pero, aunque puedan parecer superficiales, no están exentos de riesgos.
Fuente: la verdad.es
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