La palabra “cavitación” suena de por sí algo cósmica. Y lo cierto es que la premisa de la que parte (aspiración en vacío) es compleja pero muy efectiva. El proceso tiene tres apartados, que lejos de ser dolorosos, generan mucho relax y descanso.
El primero es la cavitación como tal: te tumbas en una camilla, te colocan un polo positivo debajo de la pierna en la que no se va a actuar, y sobre la que se ejercita la primera sesión, una pala de masaje con un polo negativo. El masaje rotatorio actúa sobre las zonas de mayor cantidad de adipocitos, destruyéndolos casi al instante. Existe un pequeño inconveniente y es que el paciente escucha un agudo sonido, más o menos intenso según la grasa acumulada. Cada zona a tratar son unos 15 minutos.
El segundo: una sesión de presoterapia. Esto es: te colocan velcros desde la cintura hasta los pies y una máquina aprieta y afloja durante unos 20 ó 25 minutos. Con esto, se asegura que la grasa eliminada durante la cavitación se reparte uniformemente.
El tercero: una sesión rápida de vibración en las piernas. Al final, la grasa se elimina por la orina, por eso, es conveniente beber mucha agua (al menos 2 litros) y cuidar la zona tratada. A una servidora la midieron desde el tobillo hasta la cadera y luego el contorno de la misma: 57 cm. Después del proceso en ambas piernas, la parte superior de la cadera disminuyó cerca de 1cm y medio. Por eso puedo decir que es efectivo: porque he medido el antes y el después, y, sobre todo, porque la sensación de piel de naranja desaparece desde la primera sesión. Extraído de http://www.mujerhoy.com/.
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